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De Pushkar fuimos a Delhi para poder coger el avión que nos traería de vuelta a casa, después de cuatro meses estupendos.
En India todo es posible. Un país lleno de colores, aromas, sabores, paisajes... Un día en India es tan intenso que te hace sentir continuamente viva, puedes amarlo y odiarlo con una diferencia de dos segundos. Dicen que crea adicción, que engancha, yo lo afirmo. Volvería mañana mismo, a pesar de los sobones, los moscardones, el estrés, la pobreza... Tiene algo que se queda muy dentro.
Nepal, como ya dije en su día, es diferente. La tranquilidad de la gente de los Himalayas, su amabilidad, sus sonrisas... en Nepal todo el mundo sonríe, aunque no tenga nada.
Ahora toca readaptarse, dicen que se tarda más o menos una semana en acostumbrarse a la vida normal. Buscar trabajo otra vez, volver a una vida "seria y responsable", cocinar a diario, asumir obligaciones de nuevo (¿para qué habré vuelto?). De momento, dormir en mi cama me ha sentado de maravilla y la doradita de la cena también, aunque reconozco que me siento algo desorientada (aún no he sacado todo de la mochila ¡me resisto! (o ya estoy acostumbrada). Estos días tengo que ordenar unos 8 GB de fotos, comerme a mi sobrina a besos y abrazos y engullir mucha mucha ternera. ¡Qué ganas tengo de hincarle el diente a una vaca!
Mucha gente me ha preguntado si no me aburría o me cansaba, la respuesta es: NO, nunca. Reconozco que al final me quedaba más tiempo en los lugares, supongo que ya no apetece moverse cada dos o tres días con la mochila a cuestas, pero eso no significa que esta vida canse, yo incluso diría que crea adicción :). Toda la gente que he conocido, los lugares que he visto, las experiencias vividas, todo ello compensa las horas de viaje, las habitaciones claustrofóbicas, etc.
A todos, gracias por seguirme durante este tiempo, quien sabe, a lo mejor reabro el blog antes de lo esperado. El mundo es muy grande y está ansioso de ser explorado por mí :P.
Sab Kuch Milega.
En India todo es posible. Un país lleno de colores, aromas, sabores, paisajes... Un día en India es tan intenso que te hace sentir continuamente viva, puedes amarlo y odiarlo con una diferencia de dos segundos. Dicen que crea adicción, que engancha, yo lo afirmo. Volvería mañana mismo, a pesar de los sobones, los moscardones, el estrés, la pobreza... Tiene algo que se queda muy dentro.
Nepal, como ya dije en su día, es diferente. La tranquilidad de la gente de los Himalayas, su amabilidad, sus sonrisas... en Nepal todo el mundo sonríe, aunque no tenga nada.
Ahora toca readaptarse, dicen que se tarda más o menos una semana en acostumbrarse a la vida normal. Buscar trabajo otra vez, volver a una vida "seria y responsable", cocinar a diario, asumir obligaciones de nuevo (¿para qué habré vuelto?). De momento, dormir en mi cama me ha sentado de maravilla y la doradita de la cena también, aunque reconozco que me siento algo desorientada (aún no he sacado todo de la mochila ¡me resisto! (o ya estoy acostumbrada). Estos días tengo que ordenar unos 8 GB de fotos, comerme a mi sobrina a besos y abrazos y engullir mucha mucha ternera. ¡Qué ganas tengo de hincarle el diente a una vaca!
Mucha gente me ha preguntado si no me aburría o me cansaba, la respuesta es: NO, nunca. Reconozco que al final me quedaba más tiempo en los lugares, supongo que ya no apetece moverse cada dos o tres días con la mochila a cuestas, pero eso no significa que esta vida canse, yo incluso diría que crea adicción :). Toda la gente que he conocido, los lugares que he visto, las experiencias vividas, todo ello compensa las horas de viaje, las habitaciones claustrofóbicas, etc.
A todos, gracias por seguirme durante este tiempo, quien sabe, a lo mejor reabro el blog antes de lo esperado. El mundo es muy grande y está ansioso de ser explorado por mí :P.
Sab Kuch Milega.
Algunos de mis hogares