divendres, 19 de setembre del 2008

Sab Kuch Milega
Fin de la segunda parte


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De Pushkar fuimos a Delhi para poder coger el avión que nos traería de vuelta a casa, después de cuatro meses estupendos.
En India todo es posible. Un país lleno de colores, aromas, sabores, paisajes... Un día en India es tan intenso que te hace sentir continuamente viva, puedes amarlo y odiarlo con una diferencia de dos segundos. Dicen que crea adicción, que engancha, yo lo afirmo. Volvería mañana mismo, a pesar de los sobones, los moscardones, el estrés, la pobreza... Tiene algo que se queda muy dentro.
Nepal, como ya dije en su día, es diferente. La tranquilidad de la gente de los Himalayas, su amabilidad, sus sonrisas... en Nepal todo el mundo sonríe, aunque no tenga nada.

Ahora toca readaptarse, dicen que se tarda más o menos una semana en acostumbrarse a la vida normal. Buscar trabajo otra vez, volver a una vida "seria y responsable", cocinar a diario, asumir obligaciones de nuevo (¿para qué habré vuelto?). De momento, dormir en mi cama me ha sentado de maravilla y la doradita de la cena también, aunque reconozco que me siento algo desorientada (aún no he sacado todo de la mochila ¡me resisto! (o ya estoy acostumbrada). Estos días tengo que ordenar unos 8 GB de fotos, comerme a mi sobrina a besos y abrazos y engullir mucha mucha ternera. ¡Qué ganas tengo de hincarle el diente a una vaca!
Mucha gente me ha preguntado si no me aburría o me cansaba, la respuesta es: NO, nunca. Reconozco que al final me quedaba más tiempo en los lugares, supongo que ya no apetece moverse cada dos o tres días con la mochila a cuestas, pero eso no significa que esta vida canse, yo incluso diría que crea adicción :). Toda la gente que he conocido, los lugares que he visto, las experiencias vividas, todo ello compensa las horas de viaje, las habitaciones claustrofóbicas, etc.
A todos, gracias por seguirme durante este tiempo, quien sabe, a lo mejor reabro el blog antes de lo esperado. El mundo es muy grande y está ansioso de ser explorado por mí :P.
Sab Kuch Milega.

Algunos de mis hogares










dimarts, 16 de setembre del 2008

Pushkar

Dicen que cada ciudad del Rajastán tiene un color y Pushkar es azul. Un pequeño pueblo sagrado de casitas y templos alrededor de un lago, donde los peregrinos se acercan a bañarse en los ghats. También es el lugar donde se esparcieron las cenizas de Gandhi y donde se encuentra uno de los poquísimos templos dedicados a Brahma, que junto con Vishnu y Shiva, forman la Trimurti, que viene a significar algo así como la creación, conservación y destrucción de la vida, actividades ejercidas por los tres dioses respectivamente (jo, para haber evitado echaros el rollo sobre dioses y tradiciones durante todo este tiempo, últimamente me estoy pasando :P) .
El calor es insoportable (claro, es post-monzón), y por tanto los días aquí son cortos: de 11 de la mañana a 5 de la tarde una pasa las horas debajo de un ventilador bebiendo agua y lassis, una bebida de yogur fresco a la que me he hecho adicta, especialmente a los de mango (sí, vuelvo a comer lácteos después de varios años, todo por culpa de los lassis). Resulta fácil pasar aquí los días, ya que es un centro mochilero bastante importante, y hay cafés y restaurantes estupendos por todas partes, los mejores en los terrados de los edificios.
Lo mejor ha sido el Festival anual de Ganesha. Todo un espectáculo de colores, música y olores. Varias furgonetas, todas con la imagen de Ganesha, han recorrido la ciudad durante horas, mientras bandas de música amenizaban la marcha y mujeres y hombres bailaban sin parar. También lanzan polvos de colores, pétalos de rosas y regalan plátanos y dulces a todo el que quiera. El desfile ha acabado en el lago, donde, después de bendecir las estatuillas, las han dado un baño a la luz de la luna. Una fiesta mayor al estilo indio.

Peregrinos acudiendo a los ghats

Sadhu en la siesta

La ciudad azul

Un país lleno de colores

Más vistas del lago

Empieza la fiesta!

Primer Ganesha: desfilando

Segundo, o tercero, o cuarto...

Ball de bastons (Catalunya colonizó India y no nos hemos enterado?)

Ataviadas con sus mejores saris (adoro las mujeres con saris, es una imagen tan alegre...)

El uniforme impone, solo falta el sable

Esos ojos....

Esperando a orillas del lago

Bañando a Ganesha, y bañándose ellos

Más Pushkar azul

diumenge, 14 de setembre del 2008

Bikaner

El Rajastán, tierra de Maharajás, de desiertos y camellos, de castillos y fuertes... es la India tal y como nos la imaginamos, además de ser una de las regiones más pobres del país. Bikaner es probablemente una de las ciudades menos turísticas de la zona. A parte de un grandioso fuerte y algunos templos hay poca cosa que merezca la pena. Si no fuera por Goundi y Tara, los dueños de la casa donde nos hemos alojado, creo que nos hubiéramos ido antes.
Hemos visitado algunos lugares de los alrededores, como Kolayat, una pequeña aldea sagrada, y donde parece que nunca hayan visto a un guiri. Tengo que decir que el Rajastán es donde más incómoda me estoy sintiendo, hasta tal punto que muchas veces me cubro la cabeza.
En Dashnok está el Templo de Karni Mata, o Templo de las Ratas, seguro que lo habéis visto en algún documental de la tele (Cris, me he acordado mucho de ti en este sitio, jajaja, te morirías). Dice la leyenda que Karni Mata (la reencarnación de la diosa Durga) convirtió a los trovadores muertos en ratas para privar a Yama (dios de la muerte) de sus almas. Todo por una pequeña rabieta que le cogió a Karni cuando Yama se negó a devolver la vida al hijo de un trovador. En el templo, las ratas corretean por todas partes libremente, tienen comida y bebida más que abundante... vaya cojon*piiip*, más de medio país se muere de hambre y aquí se gastan rupias y rupias en alimentar a estos bichos. Los hindúes tienen esas cosas, aunque se pudran en la miseria, donarán su dinero a un templo y si son ricos, antes le dan el dinero a un gurú que a un pobre, el gobierno, antes se gasta billones de rupias en intentar comprar la Airbus y probar armas nucleares que en arreglar los problemas internos... Que le vamos a hacer, si me pongo a criticar al gobierno, no acabo el post en meses.
Para amenizar nuestra estancia en Bikaner, hemos hecho un "safari" en camello por el desierto, incluyendo una noche en el camino. Bueno, solo es medio desierto aquí, hay dunas y arena, pero el terreno se cultiva. No está nada mal para ver la India rural, granjeros pobres y pequeñas aldeas del campo. Para desiertos auténticos, hay que acercarse a Jaislamer.
Ahora en Pushkar, una ciudad sagrada y preciosa. Tranquilos, que no estamos en Delhi (por si aún no ha salido en las noticias: ha habido varios atentados).

El fuerte de Bikaner

Mujeres rajastanís

Un templo jainí por dentro

Bikaner desde arriba

No coments

Yeah, Lawrence de Arabia en versión Lara

Las puestas de sol del Rajastán son una preciosidad

Nuestro campamento en el desierto

Vaya pintas...

El Templo de Karni Mata

Son felices, las capullas, y están gordas...

Hay cosas a las que una no puede acostumbrarse, incluso después de cuatro meses

dimarts, 9 de setembre del 2008

Amritsar

Es otra de esas ciudades típicas que abundan aquí: polvorienta, ruidosa, caótica, sucia y maloliente. Pero la parada es obligatoria para visitar el segundo highlight de la India después del Taj Mahal: el Templo Dorado. Y, la verdad, merece la pena. El Taj me decepcionó bastante, pero este pequeño templo sij es una auténtica maravilla.
Nos hemos pasado horas paseando alrededor, hablando con sijs sobre su religión y admirando el edificio. Los sijs son bastante amables, tienen unas ganas tremendas de dar a conocer su cultura y religión. Lo más sorprendente es que en sus templos ofrecen comida gratis a gente de cualquier credo, en principio para compartir experiencias y conversar. La religión sij nació como protesta al sistema de castas hindú (igual que el budismo), cree en un solo Dios (lo cual es más fácil para mí de recordar que todos los dioses hindúes), se basa en conseguir la dharmayudha (corrección) a través de obrar bien, no fumar, no beber (vaya vida más aburrida!), no robar... vamos, lo normal y típico. A parte, hay cinco símbolos que deben llevar: no pueden cortarse la barba ni el pelo, siempre llevan un cuchillo encima, una pulsera de plata, unos calzones largos y el turbante. Por supuesto, también hemos conocido a los sijs modernos y los problemas que tienen con los padres por no regirse a las normas (uno de ellos nos contaba que su padre dejó de hablarle durante cuatro meses cuando se cortó la barba). Las luchas generacionales ocurren en todas partes. También hay una parte separatista que quiere un Punjab libre y sij.

Nos hemos acercado a Attari, la frontera con Pakistán. Cada día, con la puesta del sol, se celebra una especie de teatro mientras los soldados realizan el cambio de guardia y la bajada de bandera. Hay hasta gradas, llenas de indios gritando orgullosos a la patria, mientras los soldados de ambos países realizan un espectáculo de lo más divertido, surrealista y patético. Llegan incluso a insultarse, aunque todo está preparado. Por supuesto, al otro lado de la valla las gradas también están abarrotadas de paquistaníes orgullosos. Curioso que entre dos países con tantas tensiones hayan decidido ponerse de acuerdo para ofrecer tal arte.

Volver aquí es la inmersión de nuevo en la jungla. Después de un mes en los Himalayas, ya me había acostumbrado a la tranquilidad. Para Christoph ha sido el primer lugar tipical indish. Se ríe de que todos me miren y me saluden, aunque los moscardones pesados se acercan a él primero, y yo bajo la cabeza y me hago la longuis, jijiji. Y ya empieza a estar quemado, dice que se siente como una estrella de rock.
Ahora mismo en Bikaner, en el conocido Rajastán. Conocido, ya que todo el mundo que viene a India por menos de un mes visita solamente el Rajastán (o Goa), tiene narices que yo haya tardado casi cuatro meses en llegar. Por cierto, hace cinco días se declaró la paz en Cachemira... cuando yo empiezo a alejarme, vuelven a abrir las carreteras :(.

El Templo Dorado

Tomando un baño

Alrededor del templo

En la cantina

Sij, depués de purificarse

The rock star!

Papá Pitufo o un Rey Mago?

Soldaditos en la frontera con Pakistán
Colores en la grada de mujeres

El templo de noche, una maravilla para los ojos